Sublime obsesión: Anatomía del amor pasional
El amor es un tema universal que abunda tanto en derrotas como en victorias, y tal vez por eso la historia y la literatura contienen innumerables relatos de personas que lo arriesgaron todo por otra que no le correspondió amorosamente
Cada época tiene sus mitos, y si la frustrada pasión de Menelao por su infiel esposa Helena tuvo como eco las páginas de la Ilíada, hoy trascienden al gran público en el cine y la televisión, con historias de amores que terminan trágicamente
Al respecto, el crimen pasional por celos ha sido utilizado por innumerables autores, desde los policiacos hasta los psicólogos, y no ha quedado tesis sin abordar para explicarlo o atacarlo, pero sigue siendo un mundo casi desconocido para la ciencia. Una de las más recientes exploradoras de este universo incógnito es la psicóloga estadounidense Diane Ackerman, autora de Historia natural del amor, quien describe el amor pasional como “emoción abrumadora, fascinante, estremecedora, atormentadora, compulsiva, maníaca, algo temido y al mismo tiempo anhelado”.
El eje del drama de la obsesión –señala Ackerman– es precisamente su unilateralidad, su falta de correspondencia, en lo cual están de acuerdo otros autores como la psicóloga inglesa Dorothy Tennov, quien acuñó el término “limerence” para definirlo. Quien sufre de “limerence” –afirma– vuelca todos sus pensamientos en el ser querido creyendo que solo él puede satisfacer sus anhelos. Tal vez por eso, estar poseído de amor escapa al dominio de la razón.
Otra estudiosa del tema, Ann Spector, de la Universidad de Nueva Jersey, afirma que la persona obsesionada por amor tiene una visión idealizada de su adorado tormento, y aunque cree estar enamorada de alguien, en realidad lo que desea es que se enamoren de ella, por eso el 90% de las víctimas de amor obsesivo continúan acosando, argumentando y halagando para lograr el regreso del ser amado.
Tú lo eres todo y yo soy nada
Otra característica de la obsesión es que genera visiones altamente idealizadas del amor, con emociones fuertes y destructivas, en blanco y negro: tú lo eres todo y yo soy nada. Esta última frase figura repetidamente en la letra de innumerables canciones populares, que no por ser del peor gusto “kitsh” dejan de ser favoritas de adolescentes románticas y adultos frustrados.
Paul Fink, psiquiatra y director del Einstein Center para el Estudio de la Violencia de Nueva York, afirma que así se puede llegar a los mayores extremos por retener al amante y en esencia es un fenómeno de baja autoestima, pues esta depende de que otra persona nos quiera. En resumen, coinciden la mayoría de los autores, amar a una persona a tales extremos equivale a admitir que uno mismo no vale nada. En tal estado –aclara Fink– una persona sería capaz de hacer cualquier cosa para asegurarse el monopolio del ser amado, con grandes probabilidades de concluir en violencias.
Esto se refleja en otro fenómeno contemporáneo: El “síndrome de la mujer golpeada”, con cientos de miles –tal vez millones– de mujeres apaleadas por novios, esposos o amantes despechados. Courtney Esposito, especialista en abuso conyugal del Einstein Center, cree que por lo menos el 50% de las 3 mil mujeres maltratadas que ha atendido han sido víctimas de un amor obsesivo.
Sin embargo, Diane Ackerman cree que en muchos crímenes pasionales el amor puede no ser el motivo fundamental. El criminal utiliza su amor como defensa, pero las causas reales están en la inseguridad, los celos patológicos, tendencias violentas y sentimientos contradictorios sobre el sentido de sí mismo. Por eso el alemán Erich Fromm, en su libro El arte de amar, señala que solo puede lograrse una forma válida de amor cuando se desarrolla plenamente la propia identidad. Entonces puede razonarse lo absurdo de intentar conquistar –o reconquistar– a quien no le guarda respeto ni interés en verlo feliz, se deja de idealizar a la otra parte y la ve como es realmente.
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